martes, 15 de diciembre de 2009

CRISTINA, MI PRIMERA GRAN PERDIDA


Cristina fue una niña que mi tata (abuela materna) crío. Era mi amiga de juegos y aunque estudiábamos en colegios diferentes y vivíamos en distintas casas, estábamos muy unidas.

Yo tenía 06 años y ella era un año menor que yo. Una tarde apacible regresaba a casa y vi el inconfundible auto verde de mi tía Elsa pasar por la pista contigua a la vereda donde yo caminaba, iba a gran velocidad y realmente en la pequeña ciudad donde vivía; esas correrías resultaban innecesarias salvo si se trataba de alguna urgencia.

Eso me hizo alzar la mirada y lo único que alcance ver fue la cara de desesperación y dolor de mi tata. Con el pecho apretado logré caminar más aprisa hacia mi casa y en la esquina pude apreciar una concentración poco usual de gente. Un desconocido se me acerco y me dijo: acaban de atropellar a tu hermanita y mientras esas palabras retumbaban en mis oídos pude visualizar un gran charco de sangre en el piso.

Yo estaba segura que no podía ser mi hermana mayor (la única que tengo) porque yo la había dejado aún en el colegio. Pero una vez que el desconocido me diera mayores detalles del acontecimiento y después de saber con quien iba acompañada la niña atropellada tuve la seguridad de que era Cristina.

Llegue a mi casa y le pedí a Dios con todas mis fuerzas que la salvara, ore tanto y lo que más recuerdo era que le decía “solo una palabra tuya bastara para sanarla”,
Pero la sanación nunca llegó, lo que llegó fue el cuerpo de Cristina envuelto en una sábana con la cabeza rapada, huella de una infructuosa operación al cerebro.

Antes de colocarla en el ataúd mi tata la vistió con un hábito blanco y le puso unos zapatos que hizo de palma, segura de que no iba a caminar mucho para llegar a Dios (según sus propias palabras).

Isabel su madre biológica quien tenia una moderada discapacidad mental lloraba y gritaba su dolor, eso me hizo comprender que el amor de madre trasciende cual quier condición.

Mientras que yo, trataba de dimensionar la magnitud de mi pérdida y sobre todo trataba de entender porque Dios no había escuchado mis suplicas, ese fue el inició de cierto resentimiento hacia él que aunque parezca increible logre erradicar después de una sucesión de pérdidas más.

7 comentarios:

Marina dijo...

Es una historia triste pero con muchas enseñanzas. Me alegro que hayas podido erradicar el resentimiento hacia Dios, no siempre entendemos, todavía me falta mucho por aprender, pero hay algo que sé, es mucho más fácil vivir en paz,es más fácil ser feliz.
Cariños,
Marina

caro y facu... dijo...

hola rosi que trite está entrada , gracias a dios todavia no pase por una gran perdida,besosssssssss

Bettina dijo...

Rosio, que triste lo que contaste...y gracias a Dios pudiste erradicar el resentimiento...no es facil, pero es verdad que es mejor vivir en paz. Un beso grande

Rosio dijo...

Marina:
Este es el inicio de una serie de acontecimientos que marcaron mi vida y que sobre todo me hicieron crecer como ser humano.
No fue fácil afrontarlos, pero con el tiempo me dieron paz espiritual.
Cariños,
Rosio

Rosio dijo...

Caro:
Amiga muchas gracias por pasar.
Que bueno que no hallas pasado por una situación similar. Y que no lo pases NUNCA.
Un beso grande para ti y otro para Facu. Saber que esta muy bien me alegro el día.
Cariños,
Rosio

Rosio dijo...

Bettina:
Gracias por pasar y que bueno saber de ti, te haces extrañar.
Si lo pude erradicar pero la verdad que fue un proceso un poquito largo.
Cariños
Rosio

Georgina Barragan dijo...

Rosio:

Las perdidas siempre son bien dificiles de comprender, de aceptar.

Gracias por compartir tus sentimientos.

Georgina.