
Usualmente te duermes a las 10.00 de la noche y al día siguiente haciendo mucha lata te despertamos a las 7.00 y en el mejor de los casos (para ti) 7:30 am. Esos 30 minutos (hasta las 8.00) debemos utilizarlos para vestirte y darte desayuno. De allí a correr a tu colegio donde debes estar máximo a las 8.30 am.
El problema es cuando te demoras en desayunar o cuando has trasnochado, no hay fuerza humana que te levante. Entonces para variar llegamos tarde al colegio.
Prefiero muchas veces que duermas un poquito más porque si te despierto mucho antes, terminas durmiendo en el colegio.
Pero ayer fue un día como pocos. Llegaste a casa con papá a las 18.00 horas y cuando iba a darte tu cena, te encontró dormida. Con todo el riesgo que eso significaba y porque te vio muy cansada prefiero dejarte dormir. Yo llegué a casa a golpe de las 19.00 horas (si estoy haciendo el esfuerzo de llegar temprano a casa) y cuando quisimos despertarte te pusiste a llorar, no a gritar, si no hiciste un pucherito que nos partió el corazón. Así que dijimos ni modo si quiere dormir que lo haga. Seguramente se levantará a las 1 de la mañana, me dije que importa una raya (trasnochada) más al tigre no hace la diferencia. Pero cuando el reloj marcaba las 22.30 horas te despertaste. Y así empezaron una sucesión de peticiones:
Como me imaginaba tenias un hambre voraz, pero como no sabes decir tengo hambre, lo primero que vino a tu cabecita fue quiero lonchera. Me hice la sorda, además comer tan tarde no garantizaba una digestión adecuada.
La segunda petición fue apaga la luz, la luz estaba apagada, la somnolencia o la necesidad te hicieron equivocar lo que realmente querías era prender la luz. También me hice la sorda.
La tercera petición fue quiero hacer pichi, como en esta petición no era posible una negación, te lleve. Era cierto, una vez culminada la actividad te felicite. Volvimos a la cama.
La cuarta petición nuevamente fue quiero hacer pichi. Pensé que nuevamente habías tenido ganas, y que al ser una necesidad fisiológica, no debía esperar. Estuvimos en el baño 5 minutos mientras pronunciabas a viva voz el nombre de cada animalito que esta dibujado en la cortina de baño, como no había visos que la pichi llegará, retornamos a la cama.
Pasaron 3 minutos y no se hizo esperar la quinta petición: quiero hacer caca. Lo pensé dos veces, pero dije a veces a pasado que me pide pichi y al ratito también hace caca. Hasta ahora no logro entender porque no haces ambas actividades juntas, pero tengo muchos cuestionamientos aún en mi cabeza para detenerme a analizar este en particular. Así que media incrédula te lleve al baño. Apenas te senté volviste a la perorata de nombrar a los animales y a las letras que los acompañaban.
Solo esperé un minuto porque comprendí que estas dos últimas solicitudes eran argucias tuyas para estar en un lugar con luz . Así que con mucha premura volvimos a la cama.
Ni bien nos echamos a la cama volviste con tu batería de solicitudes, quiero hacer pichi por favor mamá, quiero hacer caquita por favor, papá. Se empezó a desinflar mi paciencia y mi molestia tomo la palabra: Micaela, no es cierto no quieres hacer pichi ni caca, lo que quieres es levantarte pero no te lo voy a permitir porque tenemos que dormir, tú tienes que ir al colegio y yo al trabajo. Así que échate y cierra tus ojitos.
Silencio por dos minutos y como sabias que tus pedidos no tendrían”eco”, te levantaste y encendiste la luz. No iba a caer en el juego de prender y apagar la luz, así que me levanté y fui apagar la luz general de los interruptores.
Nuevamente te paraste y apretaste el interruptor eléctrico, como no se encendió la luz, aplastaste el interruptor 5 veces en forma sucesiva. Hiciste un pequeño berrinche, pero seguramente pensaste que iba a ser en vano e hiciste tu último intento…. prende luz.
No respondí, simplemente te eche en la cama, ya echada me dijiste quiero dentro, que es tu forma de pedir que te tape totalmente el cuerpo incluido tu cabecita. Eso me pareció fantástico porque entendiste que debías dormir.
Entonces a mamá se le ocurrió la genial idea de cantar: A dormir mi conejito mi copito de algodón……. Y entre las sábanas salió la última petición quiero conejito, por favor mamá. Te traje el primero que mis manos alcanzaron y me dijiste quiero color celeste. NO discutí más, ya el cansancio hacia mella. Lo último que recuerdo es que te abrazaste a tu conejito celeste y yo a abrace a Morfeo.