

Si hay un tema que te obsesiona, son los animales. En parte gracias a ellos aprendiste hablar. Tus primeros sonidos, después de un período de mudez total, fueron para identificarlos. Hablo de sonidos “funcionales” asociados a un objeto o persona en particular.
Repasabas mil veces tu cuaderno de terapia de lenguaje para poder ver un elefante que asociabas con la letra i, un caballo que asociabas con la repetición de la i (iiiii) y un oso al que llamabas o. Después vendría los sonidos onomatopéyicos: mu (vaca) me (oveja), oink (cerdo), y finalmente las palabras.
Suena como un proceso corto, pero no lo fue; esto lo conseguiste lento, paso a paso; te esforzaste mucho, luchaste contra tu escasa tolerancia al fracaso. Sobretodo porque colocábamos los animales en lugares inaccesibles para ti y debías pedirlo de manera adecuada. Y ¡¡¡lo lograste!!!.
Ellos son nuestros aliados y la motivación perfecta cuando hay que enseñarte algo, cuando hay que consolarte, hasta cuando hay que robarte un beso.
Son en definitiva tus mejores reforzadores.
Repasabas mil veces tu cuaderno de terapia de lenguaje para poder ver un elefante que asociabas con la letra i, un caballo que asociabas con la repetición de la i (iiiii) y un oso al que llamabas o. Después vendría los sonidos onomatopéyicos: mu (vaca) me (oveja), oink (cerdo), y finalmente las palabras.
Suena como un proceso corto, pero no lo fue; esto lo conseguiste lento, paso a paso; te esforzaste mucho, luchaste contra tu escasa tolerancia al fracaso. Sobretodo porque colocábamos los animales en lugares inaccesibles para ti y debías pedirlo de manera adecuada. Y ¡¡¡lo lograste!!!.
Ellos son nuestros aliados y la motivación perfecta cuando hay que enseñarte algo, cuando hay que consolarte, hasta cuando hay que robarte un beso.
Son en definitiva tus mejores reforzadores.